Dunas de arena blanca y, en el verano austral, lagunas evaporadas para matizar el carácter desértico.
Solo a la hora de hacer un recorrido visual por las fotos del día para la correspondiente criba me percaté de que había algo más en el paisaje... ¿lo veis?
A veces ocurre: inesperadamente, el ramo de novia aterriza en las propias manos sin premeditación, ella de espaldas y yo, la receptora, intercalada sin estrategia previa con el resto de candidatas a adquirir su ornamento florar artesanal.
Han pasado casi tres meses y todo sigue igual... ¿se podrá reclamar?
Mirando a un palmo de ellos me parecen meros trapos amontonados de forma arbitraria... pero no: están colocados con conocimiento, de manera calculada, constituyendo un mural artístico que refleja, a mi entender, una expresión de dolor.
Metáfora de la vida: desde dentro, una situación solo ofrece barreras que salvar; un distanciamiento facilita perspectiva para objetivar el sentir...
No es una colonia de periscopios ni la invasión acerada de autómatas escrutadores, sino el esqueleto hídrico que, dos meses después de la obra que pretende rejuvenecer sus ya 70 años de cimentación, ha mutado su carcasa en polimérica -ya invisible entre placas de yeso-...
Aún no he llegado a entender por qué, año tras año, los organizadores del evento no contemplan poner el nombre de la editorial o librería en la parte superior de la caseta, debajo del toldo, pues cuando está tendido para regalar sombra impide localizar la buscada, so pena de momificación si uno se asoma al exterior...
En vez de humidificadores de aspersión sutil para aliviar los rigores del verano, la instalación ad hoc consiste en un sistema de regadío para recrear ambiente monzónico... no en vano se trata de un restaurante indio.
Yo añadiría un juguetito enganchado en el suelo para que el fiel amigo se entretuviera...
